¡¡¡Amor de mi vida, es el más hermoso y dulce regalo de cumple que recibí, te lo juro!!! Estás hermosa, dulce y cantás mejor que María Callas... ¡gracias mi amor! Cuando se me pase el lagrimón te voy a escribir más largo, te lo prometo. Te amo, no, mejor ¡¡¡te re amo!!!
Era una noche preciosa, con mucho calor, un cielo lleno de estrellas y una luna con dos cuernos bien blancos y puntiagudos, como los de un torito. La mesa grande tenía botellas de Coca, vino, sandwiches y una torta con un montóoooooon de velitas. Es que la Ela estaba cumpliendo años, eran muchos, como sesenta, y las velitas eran tantas como los años que cumplía la Ela. Estaba con varios amigos, pero de repente ella quiso que su nietita, Mía, le diera el ¡Felíz Cumple! Y entonces tomó el teléfono. Cuando la vocecita del otro lado contestó y la Ela dijo: - ¡Hola, Mía!- Uriel y Casimira, que estaban sentaditos no muy quietos en un rincón del jardín, lanzaron sendos gruñidos: -¡Guauuu- dijo Uriel muy contento- Mirá, Casimira, parece que tenemos a Mía en el teléfono -¡Miauuuuu! – saltó Casimira- Si, y parece que le va a cantar Felíz Cumpleaños, a ver, a ver, no gruñas tanto y dejame escuchar. -¡Gracias, mi amor!- decía la Ela, porque Mía la saludaba a los gritos -¡Guau, guau! –ladraba muy contento Uriel- la Ela dice ¡gracias, mi amor! ¿qué le estará diciendo Mía? -Miauuuuu, si no ladraras tanto, podríamos saber más…-contestó Casimira, comenzando a enojarse con Uriel. Del otro lado del cerco de pinos, una bandurria enorme con su largo pico escarbando el trébol en busca de un gusanito para cenar, graznó: -Crek, crek, crrrrrrr!- decía muy enojada porque tantos gritos, ladridos y maullidos le espantaban la comida. -¡Bueno, mi amor- decía en ese momento la Ela- ahora te dejo porque tengo que brindar con mis amigos. ¡Chau, hasta mañana, que sueñes con los angelitos! – y colgó el teléfono, con los ojos brillantes y la sonrisa feliz. Uriel y Casimira se miraron, se dedicaron el último gruñido y decidieron intentar dormir. La Ela y sus amigos levantaron sus copas y todos gritaban: ¡Feliz cumpleaños, Feliz cumpleaños, que los cumplas feliz! ¡Y claro que la Ela era muuuy feliz! Estaba con su familia, con sus amigos y acababa de hablar con una de las personitas más importantes de su vida, ¿qué más podía pedir? …y colorín colorado, el cuentito del cumple de la Ela se ha terminado.
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¡¡¡Amor de mi vida, es el más hermoso y dulce regalo de cumple que recibí, te lo juro!!! Estás hermosa, dulce y cantás mejor que María Callas... ¡gracias mi amor! Cuando se me pase el lagrimón te voy a escribir más largo, te lo prometo. Te amo, no, mejor ¡¡¡te re amo!!!
¡Hola, Princesa! Te voy a contar un cuentito.
Era una noche preciosa, con mucho calor, un cielo lleno de estrellas y una luna con dos cuernos bien blancos y puntiagudos, como los de un torito. La mesa grande tenía botellas de Coca, vino, sandwiches y una torta con un montóoooooon de velitas. Es que la Ela estaba cumpliendo años, eran muchos, como sesenta, y las velitas eran tantas como los años que cumplía la Ela. Estaba con varios amigos, pero de repente ella quiso que su nietita, Mía, le diera el ¡Felíz Cumple! Y entonces tomó el teléfono. Cuando la vocecita del otro lado contestó y la Ela dijo: - ¡Hola, Mía!- Uriel y Casimira, que estaban sentaditos no muy quietos en un rincón del jardín, lanzaron sendos gruñidos:
-¡Guauuu- dijo Uriel muy contento- Mirá, Casimira, parece que tenemos a Mía en el teléfono
-¡Miauuuuu! – saltó Casimira- Si, y parece que le va a cantar Felíz Cumpleaños, a ver, a ver, no gruñas tanto y dejame escuchar.
-¡Gracias, mi amor!- decía la Ela, porque Mía la saludaba a los gritos
-¡Guau, guau! –ladraba muy contento Uriel- la Ela dice ¡gracias, mi amor! ¿qué le estará diciendo Mía?
-Miauuuuu, si no ladraras tanto, podríamos saber más…-contestó Casimira, comenzando a enojarse con Uriel.
Del otro lado del cerco de pinos, una bandurria enorme con su largo pico escarbando el trébol en busca de un gusanito para cenar, graznó:
-Crek, crek, crrrrrrr!- decía muy enojada porque tantos gritos, ladridos y maullidos le espantaban la comida.
-¡Bueno, mi amor- decía en ese momento la Ela- ahora te dejo porque tengo que brindar con mis amigos. ¡Chau, hasta mañana, que sueñes con los angelitos! – y colgó el teléfono, con los ojos brillantes y la sonrisa feliz.
Uriel y Casimira se miraron, se dedicaron el último gruñido y decidieron intentar dormir. La Ela y sus amigos levantaron sus copas y todos gritaban: ¡Feliz cumpleaños, Feliz cumpleaños, que los cumplas feliz!
¡Y claro que la Ela era muuuy feliz! Estaba con su familia, con sus amigos y acababa de hablar con una de las personitas más importantes de su vida, ¿qué más podía pedir? …y colorín colorado, el cuentito del cumple de la Ela se ha terminado.
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